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Cada Día con Dios (PENSEMOS CORRECTAMENTE)

27 de Febrero


PENSEMOS CORRECTAMENTE
Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.
1 Ped. 1: 13.


Hay que encauzar los pensamientos. Ciña los lomos de su entedimiento para que obre en la debida dirección y de acuerdo con un plan bien trazado; entonces cada paso implicará progreso, y no perderá tiempo ni esfuerzo en seguir ideas vagas y planes confusos. Debemos considerar el propósito de la vida, y mantener siempre en vista un objetivo valioso. Cada día hay que encauzar los pensamientos y mantenerlos bien orientados, como la brújula al polo. Todos debieran tener metas y propósitos, y acto seguido gobernar sus pensamientos y actos para que cumplan esos propósitos. Hay que dirigir los pensamientos. Debe tener firmeza de propósito para llevar a cabo lo que usted quiere emprender.
Sólo usted, y nadie más puede controlar sus pensamientos. En la lucha por alcanzar la norma más alta, el éxito o el fracaso dependerán mucho de su carácter y de la forma como estén encauzados sus pensamientos. Si éstos están bien dirigidos, como Dios quiere que lo estén cada día, se espaciarán en los temas que nos van a ayudar a aumentar nuestra devovión. Si los pensamientos son correctos, entonces, como resultado de ello, las palabras también serán correctas; las acciones serán de tal naturaleza que producirán alegría, consuelo y descanso a las almas...
Los que actúan sin pensar y sin la debida consideración, carecen de sabiduría. Hacen esfuerzos intermitentes, dan un golpe por aquí y otro por allá, emprenden esto y aquéllo, pero no llegan a ninguna parte. Se asemejan a la vid cuyos pámpanos que no tienen apoyo se extravían por todas partes y se aferran de cualquier objeto que encuentran a su paso. Pero para que la vida pueda servir de algo habrá que arrancar esos zarcillos de aquello a lo que se han adherido, y habrá que ayudarlos a entrelazarse con lo que les dará gracia y belleza...
El estudioso que siempre está dispuesto a aprender encontrará nueva luz, nuevas ideas, nuevas joyas de verdad que asimilará con rapidez. Piensa; las leyes de la mente requieren que piense. El intelecto humano se expande, se fortalece y se agudiza cuando se lo exige. La mente debe estar en actividad porque en caso contario divagará. Morirá de inanición a menos que tenga temas frescos en qué pensar. Si no piensa mucho, ciertamente perderá hasta la facultad de pensar.


Libro: Cada Día con Dios
Autor: Elena G. de White

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