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Cada Día Con Dios (PERFECTOS EN EL)

24 de Enero


PERFECTOS EN EL
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mat. 5: 48.


Dios requiere perfección moral en todo. Los que han recibido luz y oportunidades deberían, como administradores de Dios, apuntar hacia la perfección, y nunca, nunca rebajar la norma de justicia para acomodarla a las tendencias hacia el mal, ya sean heredadas o cultivadas. Cristo tomó nuestra naturaleza humana y vivió nuestra vida para demostrarnos que podemos ser semejantes a él al participar de la naturaleza divina. Podemos ser santos, como Cristo lo fue en su condición de ser humano. ¿Por qué, entonces existen tantos personajes desagradables en el mundo? Se debe a que se imaginan que su desagradable y tosca manera de ser y su lenguaje descortés son el resultado de un corazón impío...
La fragancia de nuestro amor hacia nuestros semejantes revela nuestro amor a Dios. La paciencia en el servicio imparte descanso al alma. Por medio de obreros humildes, diligentes y fieles se promueve el bienestar de Israel. Dios sostiene y fortalece a quien está dispuesto a aprender los métodos de Cristo para lograr la semejanza divina.
Dios quiere que los obreros de cada rama de trabajo lo consideren el Dador de todo lo que poseen. Todos los inventos útiles y las mejoras adecuadas tienen su origen en Aquel que es maravilloso en consejo y excelente para obrar. No importa qué hagamos, no importa en que departamento de la obra estemos ubicados, Dios anhela refinarnos y ennoblecernos. Anhela controlar la mente del hombre para que pueda hacer un trabajo perfecto.
El suave toque de la mano del médico, su poder sobre los musculos y nervios, sus conocimientos acerca del delicado funcionamiento de nuestro cuerpo, es sabiduría que proviene del poder divino para ser usada en favor de la sufriente humanidad. La habilidad con que el carpintero usa el martillo, el vigor con que el herrero hace sonar el yunque, provienen de Dios. Le ha dado capacidades a los hombres, y espera que ellos lo busquen para requerir su consejo. Así podrán usar sus dones con exactitud y pericia dando testimonio, para gloria de Dios, de que son sus colaboradores. De este modo purificarán sus almas por la santificación que les imparta el Espíritu por medio de la verdad. En su experiencia se cumplen las palabras de Cristo: "Los de limpio corazón verán a Dios". (Véase Mat. 5: 8.)


Libro: Cada Día con Dios
Autor: Elena G. de White

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