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Cada Día con Dios ( No nos durmamos en medio de la tarea )

12 de Enero


NO NOS DURMAMOS EN MEDIO DE LA TAREA
Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Eze. 3: 17.


Dios tiene un deber para cada uno de ustedes. No quiere que sean sólo fieles centinelas, sino obreros a carta cabal. Nunca pierdan el interés, nunca sean descuidados e inactivos, nunca se duerman en su puesto, y nunca dejen de cumplir exactamente sus deberes de acuerdo con el cargo que se les ha confiado.
Se necesita agilidad, rapidez, ferviente energía, profundo interés y una fidelidad inquebrantable. Tienen que aprender a levantarse rápidamente para cumplir su deber en cuanto les llegue la intimación. Por cuánto tiempo se nos permitirá que trabajemos, no lo sabemos. Es un secreto de Dios y, debido a un sabio propósito suyo, no lo ha revelado. Pero mientras tengamos que trabajar, empleemos el tiempo como quienes tenemos que dar cuenta. Pensemos con seriedad, teniendo en vista la eternidad, cuánto hay que hacer en este mundo para despertar las mentes de los descuidados, desatentos e ignorantes, para que lleguen a conocer las leyes de Dios y sientan la necesidad de obedecerlas para su propio bien y para la gloria del Señor. Porque la transgresión produce no sólo mucho sufrimiento, sino pérdida de vidas en este mundo y la pérdida de la vida eterna en el venidero. Tienen que considerar detenidamente este asunto y comprender en qué medida la felicidad y la desgracia de los hombres y las mujeres dependen de ustedes.
La fidelidad de parte de ustedes puede salvar muchas almas, mientras que la negligencia y el descuido pueden significar la pérdida de la vida presente y futura para nuestros semejantes. Pueden impedir mucha miseria y transgresión de la ley de Dios mediante su fidelidad, al permanecer despiertos en su puesto. Debemos levantarnos como un solo hombre y, con el poder y la fortaleza de Dios, abrir nuestros sentidos a las demandas de los tiempos actuales...
Clamemos a Dios con fe, para que derrame su luz y su gracia por medio de los canales que ha señalado para el bien de los que están sufriendo por falta de conocimiento. Mientras oran y se mantienen despiertos, con ferviente diligencia, para suprimir males y permanecer en guardia contra la disipación y los errores que están de moda, aférrense con fe viviente a la fortaleza que pueden recibir y que va a bendecir todas sus labores.


Libro: Cada Día con Dios
Autor: Elena G. de White

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