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Cada Día con Dios (LA USINA DEL UNIVERSO)

16 de Enero


LA USINA DEL UNIVERSO
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isa. 41: 10.


Jesucristo es el Maestro más grande del mundo. Yo he comprobado esta bendita verdad. Me ha hecho su mensajera para comunicar grandes verdades espirituales a miles de personas. Mediante la pluma y la voz lo he estado haciendo durante medio siglo. ¡Cuánto anhelo presentar sus instrucciones de tal manera que muchos sean conducidos a él! Nunca dudo de su dirección, y sé que me sostiene el que ordenó a sus discípulos que salieran a proclamar el mensaje del Evangelio con estas palabras: "Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28: 20).
Desde 1844 he estado empeñada en labores públicas. El Señor siempre me fortalece. Me doy cuenta de que recibo un poder superior que me da eficiencia física, mental y espiritual. Tengo la completa seguridad de que Cristo me concede su gracia, y la evidencia de que él es la Luz del mundo. Reconozco su poder. Quiero hacer por él todo lo posible mientras viva. Deseo, con perfecta calma y confianza, encomendar a Dios el cuidado de mi alma hasta aquel día. Cuando termine mi trabajo aquí, entonces descansaré. El dormir en Jesús no me atemoriza. En la mañana de la resurrección lo veré tal como él es. Alabo al Señor por el consuelo de su gracia...
Asegurémonos de que nuestras almas están en perfecta relación con Dios, de modo que el Señor pueda enseñarnos, guiarnos y revelarnos su voluntad. Por favor, consideremos estas cosas. Dediquemos mucho tiempo a orar. El Señor es nuestro auxilio, nuestra fuerza y nuestro bastión. Si caminamos humildemente con Dios y tememos y glorificamos su nombre, estará en nuestros pensamientos y corazones, y llegaremos a ser semejantes a él. Examinemos diligentemente nuestro corazón, y obtengamos la sabiduría que sólo Dios puede otorgar.
Recordemos que es peligroso dudar. Si se las alimenta, las dudas conducen a la incredulidad... Todo nuestro pueblo necesita tratar ahora de recibir el Espíritu Santo. No participemos de discusiones; por el contrario, dejemos a un lado las disensiones y contiendas, y tratemos de contestar la oración que aparece en el capítulo 17 de Juan. Les ruego que oren, con el corazón, el alma y la voz.


Libro: Cada Día con Dios
Autor: Elena G. de White

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